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"La Misión, la Visión y su Aplicación Comunicativa" - 2ª Parte

  • por Javier González
  • 27 abr 2015
  • 2 Min. de lectura

Entiendo que conocer la misión de una compañía en particular, es decir, la actividad concreta dentro de la cual se circunscribe la misma, puede tener alguna relevancia para mí, como consumidor… por muy evidente o hasta reiterativo que pueda resultar, a causa del resto de elementos desplegados en imagen y comunicación: fotografías, logotipos, eslóganes, spots, etc. Es como si un profesional se nos presentara de la siguiente forma: “Hola, me llamo Agustín Fernández, soy fontanero y me dedico a instalar y reparar cañerías”… No es algo inadecuado, desde luego, pero sí redundante.


Otra cosa diferente es la Visión. La Visión de una compañía no tiene NINGUNA relevancia para el consumidor; pongámonos en el mismo caso: un profesional llega a nuestra casa y nos dice: “Hola, me llamo Agustín Fernández, soy fontanero, me dedico a instalar y reparar cañerías y quiero llegar a ser el mejor fontanero de Europa Occidental”. “Pues me parece muy bien caballero…”, le podríamos responder, “… pero dese prisa con esa fuga de agua, porque a este paso vamos a salir en barca”. La Visión de una empresa, como idea-fuerza, tiene únicamente relevancia interna, es decir, para los públicos de dentro de la organización: directivos, trabajadores y accionistas. Ni siquiera transmitir esta idea a los proveedores posee utilidad alguna.


Por supuesto, sólo he hablado del aspecto comunicativo de la cuestión, porque, yendo al comportamiento real de las organizaciones, estos conceptos se han utilizado con demasiada frecuencia de una forma puramente comercial y cosmética y, por añadidura, contraproducente para los intereses de quien lo ha hecho.

En definitiva, debemos evitar en lo posible el uso de conceptos cuya comprensión se reduce a determinados ámbitos profesionales - como los anteriormente mencionados - en cualquier comunicación de la compañía, ya sea de tipo corporativo o comercial; incluso en mercados de “empresa a empresa”.


También es conveniente saber a qué público vamos a destinar el contenido de esos conceptos, y si es realmente necesario, adecuado o rentable hacerlo. Porque los recursos, los espacios, los tiempos y la atención del consumidor son siempre limitados, y la comunicación eficaz siempre debe ser concisa y estar orientada a cumplir un objetivo concreto. Llenar las herramientas comerciales de palabrería fútil no aumenta las ventas de ninguna empresa.




 
 
 

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